jueves, 30 de agosto de 2012

Nara y Fushimi Inari


Hoy comenzamos el día tomando un tren que nos llevó de Kyoto a Nara.

Este simpático bicho ya apuntaba a cuál sería el animal temático de la mañana:


Efectivamente, se trata de ciervos. En Nara campan a sus anchas. Retozan en los campos, y a menudo deambulan cerca de los puestos donde venden galletas para que los turistas les den de comer.


A los bichos les vuelven locas las galletas. Una persona mayor o un niño pequeño puede pasarlo mal, cuando de repente se le vengan encima 4 o 5 ciervos compitiendo por las galletas. Este cartel lo explica muy bien:


Si se quiere tocar uno, la manera que a mí me funcionó es: elegir a uno que esté tomando el sol, no llevar galletas (se ponen demasiado nerviosos con ellas), acercarse de frente, lentamente, de forma que te vea venir, y enseñarle la mano para que la olisquee un poco antes de acariciarle (así ya sabe que no, no llevas galletas).

También aconsejo llevar un desinfectante de manos para después. Al fin y al cabo, son bichos salvajes


Nara tiene varios templos importantes. Nosotros elegimos dos. El primero al que fuimos fue el que está más alejado de la estación de trenes. A pie es un camino de media hora, pero nosotros alquilamos unas bicicletas.

(Breve inciso sobre las bicis: no tenemos fotos buenas subidos en ellas, pero las podéis ver al fondo de la foto anterior. Se pueden alquilar nada más salir de la estación, aunque no está muy bien indicado (lo mejor es preguntar en la oficina de información de la estación).

Como decía, el primer templo es muy bonito. Para llegar a él hay que atravesar un parque/bosque con ciervos remoloneando por ahí, y luego el templo está rodeado de lámparas de suelo, como las que ya os hemos enseñado en otros templos. Por dentro, hay láparas también, pero esta vez "colgantes". En esta foto pueden verse las de suelo más cerca y las colgantes al fondo, en dorado y verde oscuro.


El otro templo que vimos fue uno cuya función es preservar una estatua gigante de Buda. Aquí tenéis el templo desde fuera. Sus "cuernos amarillos" son distintivos.


En lugar de enseñaros una foto del Buda gigante, os dejamos una foto de una estatua que hay a la entrada del templo. Es uno de los discípulos de Buda, aparentemente el "especialista en fuerzas ocultas". Daba bastante cosilla verlo.


Volviendo a la estación con las bicis nos llovió un poco. Vimos una pareja de novios cuya sesión de fotos pre-boda se estaba pasando por agua. Olga pudo escamotear algunas fotos. Observad al novio, de blanco. Y el vestido "gaseoso" de ella. Y la cara de disgusto. Y el resto de la gente los mira y se sonríe. Afortunadamente para la pareja las nubes se fueron pronto.


Dejamos las bicis en la estación, y de nuevo tren: esta vez para llegar a Inari, donde visitaríamos su más famoso santuario.

La entrada no tiene pérdida: nada más salir de la estación, hay una imponente torii señalando la entrada al templo.

Yo comencé mi juego de "contar niveles de bendición": Uno, dos, tres, cuatro ...


¿... pero esto qué éees?


En efecto amigos, Fushimi Inari tiene miles de Toriis, colocadas alrededor de varios kilómetros de caminos y escaleras, que recorren varios montes. Evidementemente no las conté. Según Google, son más de 10.000, puestas allí por empresas como ofrenda para ir mejor en los negocios.

En la parte "trasera" de cada Torii pueden verse escrituras de quién las pagó, qué pedía, etc.

Un buen truco para orientarse (a nosotros nos ayudó en un par de ocasiones) es que si no ves las letras, "te estás adentrando en Fushmi Inari", mientras que si ves las letras, "estás saliendo".



En diversos puntos del recorrido pueden verse toriis más pequeñas, éstas compradas por personas comunes. Aquí podéis ver algunas, rodeando a un par de Zorros, los guardianes del templo (que también se repetían muchísimo).



 Olga compró una mini-Torii como recuerdo. Es ésta:


Nuestro nuevo souvenir nos acompañó hasta la cima de Fushimi Inari!


Cuando ya estábamos bajando, y empezando ya a oscurecer, uno de los caminos que escogimos nos llevó a una sección más apartada de Fushimi Inari, donde empezamos a oír un cántico. Al poco vimos a unos señores en taparrabos y turbante haciendo una especie de danza o ejercicio marcial (como si estuvieran remando, pero de pie, con las rodillas flexionadas). Era un sitio un poco oscuro y decidimos no acercarnos mucho y volver por donde habíamos venido, por si acaso. No pudimos sacar fotos.

Fue una caminata considerable, subiendo escalones casi ininterrumpidamente. Ha sido la primera vez que he visto a los nipones sudar. Aunque nosotros sudábamos mucho más. En esta foto (de lejos, para que no dé mucho asco) se puede ver que estaba empapado.


La puesta de sol a los pies del laberinto de las toriis fue preciosa.


Y con ésto termina el día de hoy. Mañana nos toca madrugar para visitar Hiroshima y Miyajima.

¡Buenas noches!


2 comentarios:

Verónica Paz dijo...

Fushimi Inari fue uno de los lugares que mas me gustó!! muy chulas las fotos ^_^

Olga F.R. dijo...

Es un lugar alucinante. Eso sí, ese día sudamos como luchadores de sumo.

Nos gustó mucho ir por la tarde en lugar de a primera hora de la mañana como hace mucha gente. Por la tarde tiene el encanto de que vas viendo atardecer mientras bajas y los rojos anaranjados de las toriis se ven espectaculares.