Lo primero que hicimos fue ver el templo de Itsukushima, que está edificado sobre pilares en el agua. Al igual que la Torii flotante, este templo queda en dique seco cuando la marea es baja, y parece flotar cuando ésta sube. En la foto de abajo podéis verlo con la marea casi lo más alta posible.
Por supuesto, desde el templo puede verse la Torii flotante:
Fijaos en el edificio que se ve al otro lado del mar. Es enorme, y no sabíamos qué era - según google era algún tipo de museo de arte. Pero parece la guarida del Doctor Maligno.
El templo sin turistas es uno de los mejores sitios para hacerse fotos de viaje. Es más bonito cuando la marea está alta:
Olga saludando en la parte trasera del templo:
Después visitamos el templo de Daisho-in, ¡que resultó ser muy divertido! Estaba repleto de figuras varias, algunas serias, pero muchas simplemente graciosas.
Aquí tenéis a unos monjes serios, rodeando a un buda:
Y aquí a nuestro primer tengu, unos seres mitológicos de gran nariz.
Y luego había multitud de estatuas ... más bien cachondas. Aquí, por ejemplo, tenéis un monje tocándose las cejas ... sin doblar mucho el brazo. Más o menos la mitad de las estatuas eran así. Curiosas.
Así, por ejemplo, pudimos ver varias máquinas de hacer momiji manjuu (los pastelitos con forma de hoja) en funcionamento:
Y un ciervo intentó comerse el prospecto de la pomada para las picaduras de mosquito:
Luego decidimos volver a Kyoto en tren. El señor que iba delante nuestra se estaba poniendo tibio con comida "preparada" que seguramente había comprado en la estación. Tenía todo muy buena pinta.
Y en Kyoto, tarde de compras. No hay mucho que señalar, excepto que ya nos manejamos bastante bien con el autobús local, y que Olga se compró un tinte nuevo para el pelo:
Al parecer este color se llama "té con leche". Ya veremos qué tal queda :)
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