martes, 4 de septiembre de 2012

Kibune y Kurama

El día se presentaba campestre.

Nos levantamos temprano de nuestro cuartel general en Kyoto, y cogimos tres trenes en rápida sucesión.

Olga tuvo algún problema con su desayuno. El bollito que pidió en la estación de Kyoto estaba relleno de anko (pasta dulce de judías) y hubo que deshacerse de él. En un local de Kibune encontramos estas galletas:


Estaban malísimas. Los frutos secos son judías secas, y sabían a demonios (el paquete no engañaba). Olga tuvo que conformarse con un batido de plátano de una máquina.

Kibune es un poblado realmente pequeño; apenas 10 casas. Está unido con otro pueblo más grande, llamado Kurama, mediante una vía rural que atraviesa la montaña. El acceso no es gratuito, pero te prestan un bastón al entrar:


El camino es empinado, pero el tiempo acompañó (se nubló un poco mientras subíamos). Se oían muchos pájaros e insectos (chicharras, sobre todo). Los árboles, enormes, a veces invadían el camino con sus raíces:



De hecho, la cima de la montaña está llena de raíces de árbol:


Encontramos a este amiguete tomando el sol encima de una raíz:


También había algunos templetes distribuidos por la ruta. Aquí os dejo uno.


Al otro lado de la montaña, en el lado de Kurama (para nosotros, "cuesta abajo") el camino es gradualmente más elaborado - con templetes más complejos, un museo, zonas para ver el paisaje, farolillos ...


... Pagodas ...


... Puenteticos sobre riachuelos ...


... Estatuas de cuando los tentáculos dominaron la tierra ...


Muy bonito todo. No creo que fuera tan bonito para la gente que tenía que subir (el camino se puede hacer en las dos direcciones, pero nos pareció que había bastante más desnivel que cubrir por el lado de Kurama).

Ya en el pueblo, repusimos fuerzas con sendos cuencos de fideos. Olga tomó udon con curry, y yo soba con pollo y huevo. También probamos las famosas bolas de arroz con bonito seco en el interior.


Nos costó un poco encontrar el restaurante en Kurama, porque tiene todos los letreros en Japonés. Afortunadamente llevávamos una foto de la puerta hecha por una exploradora anterior. Lo dejamos aquí para futuros visitantes:


Después de comer, una furgoneta gratuita nos llevó desde la estación al onsen (baños públicos con aguas termales) del pueblo. Es un onsen descubierto, que te permite ver una agradable vista de montañas mientras tu piel se calienta en las piscinas de agua fría o caliente.

Como en casi todos los onsen, el baño es completamente desnudo, y hay separación por sexos. Obviamente las fotos no están permitidas dentro, pero aquí tenéis una foto de la entrada.


El camino a la estación de trenes de Kurama lo hicimos a pie, con la muda de ropa limpia que habíamos traído. Fue muy, muy agradable, teníamos el pueblo para nosotros solos:


En la estación de trenes, un tengu gigante nos despide:


Un último apunte del día - por la noche cenamos en a un restaurante cerca de nuestro hostal en Kyoto, llamado Donguri. ¡Las mesas del restaurante son planchas!

Pedimos unas gyozas, una hamburguesa y un okonomiyaki (especialidad de la casa).

Aquí me tenéis, a punto de entrar en acción:


¡Todo estaba riquísimo!

2 comentarios:

Verónica Paz dijo...

me alegro que os haya gustado ^_^ y veo que al igual que nosotros, no encontrasteis mucha gente ^_^

y si, entrar al templo desde kurama tiene mas desnivel xDD a ver si para el siguiente nos animamos a hacer el treking, que además, el bosque en otoño creo que ha de ser bonito...

Olga F.R. dijo...

El paisaje en otoño tiene que ser espectacular.

No es demasiado difícil, Fushimi Inari nos pareció más doloroso.
Además aquí el plan estrella es terminar en el onsen de Kurama! Qué gozada de lugar ^^